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Día 751 – De partidos, cintas y canastas

Si los últimos domingos el baloncesto ha sido uno de los motivos por los que he torcido el gesto, hoy ha sido todo lo contrario. Después de dos derrotas, en especial la del último partido, ha llegado una victoria contra el líder de la categoría, el cual había perdido solo dos partidos. Somos un equipo que podemos ganar a cualquiera y perder con cualquiera, o lo que es lo mismo, un equipo muy bueno con una cabeza regulera. Y cualquiera que haya tenido algún contacto con el deporte sabe que la cabeza siempre es lo más difícil de entrenar.

El parte médico de mi familia no está en el mejor momento. Entre catarros, fiebres y dolores varios estamos en cuadro. El que lo lleva bastante peor de todos es el cuñado con su maltrecha espalda, así que para Kike va un fuerte abrazo desde este diario. Total, que hoy en Casa Micaela ha habido convocatoria corta a la mesa…

No me acuerdo qué es lo que estaba en la antigua habitación de mis hermanas, pero me he encontrado varias cintas de música o cassettes (con toda seguridad de Mercedes) y me han transportado inmediatamente a esa época en donde toda la música y parte de los datos informáticos estaba en ese formato. Por mucho que vea las cassettes, las cintas de vídeo, los diskettes, no deja de sorprenderme la velocidad de los cambios en la tecnología que hemos manejado; algo que era tan normal, tan cotidiano, ha desaparecido completamente.

A pesar de estar enfermos, doloridos, cojos o simplemente con enfriamiento, nos hemos juntado para tomar un poco el sol (y mucho el fresco) junto a la canasta que el Ayuntamiento de Ansoáin puso en uno de los huecos del paseo que hay junto a la Ronda Norte. Esa canasta pública que fue la ganadora de unos presupuestos participativos ha estado por varias ubicaciones del pueblo. Parece que todo el mundo queremos que nuestros niños y jóvenes sean activos y practiquen deporte, pero lejos de nuestra casa para que no molesten. Si hacen ruido, mejor que se queden en casa enchufados a la tablet o al móvil y así nos dejan en paz. Luego nos preguntamos por qué pasan cosas y por qué somos como somos.


Tutto andrà bene!!
#hazteildefonser

Día 744 – Déjà vu

Este domingo se ha parecido sospechosamente al último domingo relatado en este diario. Lo bueno y lo malo han sido más o menos las mismas cosas y las mismas personas. Como un Déjà vu.

El tener un domingo tan regulero ha sido en parte por la falta de sueño: acostarse tarde y levantarse con una hora menos en el reloj suele tener estos efectos. No hay manera de dejar quieto el reloj, pese a todos los intentos que se han hecho. Algunos ya se lo han propuesto y lo van a conseguir.

Lo que me ha dejado tocado ha sido el partido de baloncesto, en donde hemos tocado fondo como equipo al dejar escapar un partido que estaba dominado. Lo peor no es perder, sino no poder cambiar el curso del partido por la dinámica que hemos adquirido. Me he quedado bastante bajo de ánimos durante un buen rato tras el partido.

Menos mal que después ha habido amigos y familia, como todos los domingos. El plan de almuerzo dominguero se ha convertido en degustación de dulces por obra y gracia de Iosune. No se si eran sombreritos, corazones u otro nombre, pero la delicia de chocolates que ha preparado estaba riquísima.

Lo que sí que hemos celebrado hoy es la primera terraza del año en condiciones, con sol y buen tiempo (aunque al final se ha estropeado por el viento). Para dar fe del acontecimiento, he intentado hacer un selfie con los habituales de Sarriguren… solo que hoy estaban entre graciosos y tiquismiquis. Y luego soy yo el que hace muchas fotos… ¡si es que no os quedáis quietos y no os gusta que pasen señoras por detrás!

Y por supuesto, domingo con visita a Casa Micaela, más corta de lo habitual que el cuerpo pedía cama a gritos. De nuevo el bebé jefazo siendo el protagonista de la comida con sus primeros colores del sol de esta primavera recién estrenada y que también estrena él.


Tutto andrà bene!!
#hazteildefonser

Día 737 – Refugios

Una entrada tan corta como la que se merece este penoso día; cualquiera diría que ha sido domingo, porque podía haber pasado por un lunes tranquílamente.

Y es que hoy han caído palos por casi todos los lados: derrota en el partido de baloncesto matutino, malestar estomacal, el regreso del dolor en la espalda tras un mal gesto… y para finalizar el día Nadal ha perdido su primer partido del año.

Menos mal que como en toda travesía en donde te encuentras un temporal, siempre hay refugios que te salvan. Como siempre, son los amigos y la familia. Los primeros han parado el golpe de la mañana con su compañía y con una empanada de bonito que me ha salido bastante bien, modestia aparte. Hasta me han animado a compartirla con las camareras y la dueña de la cafetería, que han dado su visto bueno. Además, si un chiquillo te pide una segunda ración, es que mala no ha salido.

La familia también ha estado para servir de refugio en la comida y la sobremesa. Sobre todo Julen, que lo de la sobremesa nos lo hemos tomado de forma literal. Esta vez han sido los juegos de cartas, que se van transmitiendo a las siguientes generaciones (¿y la ludopatía también?). El miau casi se lo lleva uno de los más jóvenes.

Y por hoy, ya vale. Toca plegar velas y dejar que escampe.


Tutto andrà bene!!
#hazteildefonser

Día 730 – La llamada de la primavera

El día ha empezado realmente mal, habiendo dormido poco y a ratos, con un tiempo desagradable de frío, viento y lluvia, y con un partido de baloncesto que se presentaba muy cuesta arriba por la derrota de ayer y las bajas que teníamos.

Y a partir de ahí, todo ha dado la vuelta.

Probablemente haya sido el partido que peor afrontábamos por condición física y anímica, y sin embargo ha sido uno de los mejores partidos que hemos disputado. Sin venirnos abajo, sin perder la cabeza en las rachas negativas, defendiendo y siendo intensas todo el tiempo, y por fin con el acierto en el tiro, hemos conseguido ganar contra todo pronóstico. Un triunfo que refuerza mucho al grupo y que nos hace ver que si ponemos una marcha más, estamos al nivel del mejor de la categoría. Un gran paso.

Tras el partido, ha tocado celebrar con los habituales de Sarriguren un aniversario muy especial. En realidad este aniversario es mañana, pero al ser lunes la celebración ha sido hoy. Un poco de paciencia, que mañana os cuento.

Domingo de familia en versión más privada. Casa Micaela ha recibido dulces y pastas haciendo un «porque hoy es hoy», sin más motivo de que nos apetecía. ¿Y a quien le amarga un dulce? Así también se levanta y se le da la vuelta a un día.

Aunque apetecía echar una siesta o volver a casa a meterse en la cama hasta mañana, la tarde ha quedado tan bonita y tan agradable que hemos dado un paseo (alguna medio engañada). Ya se nota que la primavera está llamando a la puerta en el color de los campos y de los árboles. Hemos paseado entre las faldas del monte y el paseo junto a la ronda norte, que desde hace unas semanas tiene una nueva barrera sónica. He visto que también hay candados en las pasarelas que cruzan la carretera; siempre hay secretos que guardar.

Casi con la última luz de la tarde hemos vuelto a casa. Empezar el día con lluvia y acabar con luz; o dicho de otra forma, bien está lo que bien acaba.


Tutto andrà bene!!
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Día 729 – De baloncesto, restaurantes y aceites

Al igual que el pasado fin de semana, este se presenta igual de intenso pero por motivos bien diferentes. En primer lugar, por el doble enfrentamiento que tenemos en nuestra liga de baloncesto con el equipo de Lagunak, ya que el partido de ida se tuvo que suspender por la incidencia de la Covid-19 en nuestro equipo. Así que la ida y la vuelta se van a jugar entre hoy y mañana. El primer partido nos ha salido cruz, con una derrota dura, abultada y lo que es peor, con lesiones y jugadoras tocadas que condicionarán el partido de mañana. Mal plan para enfrentarse a uno de los mejores equipos de la liga.

Para olvidar un poco el mal trago del partido, no hay mejor forma que comer a mesa puesta. De un tiempo a esta parte estoy conociendo muchos de los restaurantes asiáticos de la ciudad y creo que ya me quedan pocos por visitar. Hoy ha tocado el Shun Feng (hay que probar el pollo con salsa de coco).

Una coincidencia: saliendo del restaurante hemos visto un avión en su aproximación final al aeropuerto de Noáin. Nunca he tenido claro cuales son las zonas de la ciudad que sobrevuelan los aviones en sus despegues o aterrizajes; este lo he visto aproximarse casi de forma frontal desde donde nos encontrábamos.

Y antes de volver a casa a darle a la tecla, contando que el día se ha estropeado para dar cualquier paseo, había que hacer compra en el supermercado. Después de tanto tiempo, he vuelto a ver estantes vacíos y desabastecidos, en este caso de aceite de girasol (de los creadores de «no hay papel de baño» llega «se va a acabar el aceite«). Es una de las conclusiones de la pandemia: somos una sociedad llena de egoismo y de miedo. Lo único positivo de todo esto es haber tomado conciencia de lo mal que estamos, porque encima nos creíamos que éramos muy buenas personas. Ajá, claro que sí…


Tutto andrà bene!!
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Día 728 – El duro oficio de ser bloguero

El mejor día de la semana ha sido invertido en ajustar cuentas con este blog. Y eso que las tentaciones de distraerse a la tarde han sido muy grandes, porque ¿a quién no le apetece estar con un buen café y buena compañía charlando de todo lo que se puede charlar?

Llevo unos cuantos días escribiendo muy intensamente, aprovechando todos los momentos sueltos para llegar al presente de este blog para la fecha tan señalada que se avecina la próxima semana. Así que la tarde de hoy, salvando el último entrenamiento de la semana (y una mini siesta de quince minutos), ha estado completamente dedicada a darle a la tecla. El compromiso y el acuerdo siempre es primero conmigo mismo. Hoy, gracias a Briam, he visto de nuevo los cuatro acuerdos, que es un gran planteamiento vital.

Casi no me he dado cuenta de que hoy es 11M; una fecha que se va quedando en el olvido casi sin darnos cuenta, porque olvidar lo malo es uno de los mejores mecanismos de defensa que tenemos los seres humanos. Hace no mucho tiempo alguien me hizo escuchar por primera vez la canción de La Oreja de Van Gogh dedicada a esa tragedia, Jueves. Los pelos como escarpias.

Fín de semana de mucha tarea para hacer en casa. Y mucho baloncesto también, con dos partidos ante uno de los rivales «de siempre». Me quedo con el precioso comienzo del día a la llegada al trabajo. Cuando es viernes, el trabajo te parece más bonito. ¿No os pasa eso a vosotros?


Tutto andrà bene!!
#hazteildefonser

Día 723 – Encanto

El día de después de una celebración familiar es… otro día de celebración familiar. Los acontecimientos que se celebran en un fin de semana se hacen para exprimir ese fin de semana, más aún cuando hay gente que ha hecho un largo viaje para estar aquí.

Antes de estar de nuevo con toda la familia, tocaba partido en casa (después de mucho tiempo). La victoria nos ha vuelto a sonreír, no sin esfuerzo y teniendo que «ponerse las pilas» en el segundo tiempo. Ese es el camino.

Con la presencia de sobrinos y allegados en el partido, hemos tenido un café, previo tiovivo para los peques. No hay frio para la diversión cuando la atracción de feria está a tu disposición casi en exclusiva.

Día de más protagonismo para los peques que para los mayores, al contrario que ayer (con la excepción de Julen, el «bebé jefazo» que se metió a todos en el bolsillo). El celebrar una nueva comida en una bajera que tiene al lado una calle peatonal (pintada con los viejos juegos de tiza) es una invitación muy fuerte como para no acudir, y más si hay balón de fútbol de por medio. En esa misma calle han pintado numerosos círculos cada uno con un nombre, y por suerte Arane y Julen tienen el suyo.

La sección infantil y juvenil ha estado a tope todo el día. Me ha recordado a mis tiempos en donde las reuniones familiares eran para mí las reuniones de primos y ellos eran la «otra cuadrilla» con la que te juntabas cada cierto tiempo.

La despedida siempre es lo peor, porque una despedida es una separación grande entre nosotros. Queda el consuelo de que en cada despedida hay una promesa de volver a encontrarnos. Seguro que sí.

Un fin de semana de emociones, de recuerdos y de buena compañía; la mejor. Todo lleno de encanto, como la película que he visto esta noche y que me ha enamorado su música. Especialmente el tema principal de Carlos Vives, que no he dejado de tararear hasta que me he dormido. Familia y magia, un buen dúo.


Tutto andrà bene!!
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Día 721 – Sorpresa, sorpresa

Se avecina un fin de semana muy especial, cargado de emociones y con muchas sorpresas, casi al estilo de aquel famoso programa de televisíón. Unos días en familia con mayúsculas, algo que la pandemia no ha podido arrebatarnos.

Pero antes de eso, hoy el trabajo ha exigido remangarse y ejercer de mecánico, ya que una de las ruedas del remolque de un grupo electrógeno que solemos utilizar se nos ha caído en pedazos y ha habido que montarla de nuevo. Cuando ya hemos conseguido montarla, nos han cancelado el trabajo que íbamos a hacer la semana que viene. Así que me ha tocado devolver el remolque sin haber hecho nada de provecho. Qué se le va a hacer.

La tarde ha empezado con uno de los partidos aplazados que teníamos. Derrota contra un equipo más grande y de más edad, con muchas cosas para aprender de nosotras mismas al ir perdiendo de más de quince puntos, remontarlos para ponernos por delante y al final perder de diez. A veces se gana, otras se aprende.

La última hora de la tarde ha sido el comienzo del fin de semana familiar que nos espera. Mañana, 5 de marzo, mis tíos Dioni y Mari celebran sus Bodas de Oro. A esta celebración vamos a asistir sus hermanos, hijos, nietos, sobrinos, cuñados, amigos… pero no solo de Pamplona, sino también de Barcelona, solo que esto último no lo han sabido hasta que hoy mismo los han visto en Ansoáin. La cara de sorpresa de mi tía Mari al verlos no tiene precio.

Como siempre, toda celebración familiar se realiza delante de una mesa bien llenita de cosas ricas. Mañana no va a ser menos, ni la comida ni las sorpresas. Por nuestra parte, la de sus sobrinos de la Micaela, llevamos casi dos semanas preparando unos recuerdos muy especiales que nos ha llevado su tiempo, pero que lo hemos hecho con muchísima ilusión.


Tutto andrà bene!!
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Día 708 – Un paseo por la Ribera

Sábado intenso el que ha tocado hoy. Primero, viendo algo de fútbol infantil y pasándome por una de las grandes superficies de ropa y artículos deportivos en donde además de comprar lo necesario y hacer un poco el tonto, me he encontrado con un viejo compañero del equipo de baloncesto de Paz de Ziganda al que casi no reconozco por la mascarilla. Buenos recuerdos compartidos.

Comida fuera de casa, compartiendo mesa y mantel con muy buena compañía, en otro de los restaurantes que no he entrado hace años, el antiguo Pato Pinta en la calle Abejeras. Como muchos restaurantes de mi ciudad, los actuales dueños son de origen chino, aunque han sabido adaptarse a la perfección con lo más típico de la gastronomía local (todavía me acuerdo cuando iba casi todos los fines de semana a La Taberna del Cuto hace ya unos diez años, cuando empezaron a llevarlo gente de origen china con toda normalidad). No obstante, también han incorporado su cocina y eso se nota.

Y a la tarde hemos tenido el desplazamiento más largo de esta temporada para disputar un partido de baloncesto de nuestra competición, que al igual que el año pasado ha sido a la localidad de Ribaforada, en plena Ribera de Navarra y casi lindante con la provincia de Zaragoza. Han sido sus buenos 110 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta recorriendo el camino junto al río Ebro durante una buena parte del trayecto.

Ribaforada nos ha saludado con un día claro, luminoso y frío como solo puede hacer donde sopla el cierzo. Ni siquiera al sol se podía estar mucho tiempo sin moverse, porque te quedabas tieso.

El frontón donde hemos jugado tampoco es que haya contribuído mucho a entrar en calor. El partido sí lo ha hecho, por intensidad, por nervios, por el poco acierto de los dos equipos… ¡y por la prórroga final!

Esta vez nosotras hemos templado los ánimos más que el equipo rival y nos hemos llevado el partido con un 39-42 definitivo. Lo que me ha sorprendido es que era la primera prórroga para ellas: jamás habían disputado una prórroga y ni sabían qué tiempo se jugaba o si cambiaban las reglas en la prórroga. Y me imagino que todos los padres y acompañantes del equipo estarían igual. Por lo menos, el regreso a casa ha sido con una sonrisa, que no es poca cosa.


Tutto andrà bene!!
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Día 695 – El esperpento

Tal y como me fuí el pasado domingo, estoy de vuelta: con un partido de baloncesto. Esta vez el partido ha caído de nuestro lado, tras una semana en donde mi equipo se ha auto entrenado. No está mal.

Después del partido ha tocado café con los habituales, en donde hemos estado hablando de todo lo que ha sucedido en la política esta semana y que no me he enterado muy bien estando allá abajo. Para ser sinceros, sigo sin enterarme. Acuerdos, mentiras, transfugismos, venta de votos, venta de escaños, estupideces, equivocaciones, acusaciones de pucherazo y república bananera… Esto es lo que tenemos, el esperpento. Además no tengo ninguna duda: es lo que nos merecemos. Y los monstruos extremistas al acecho para asaltar el poder.

Lo más provechoso del día ha sido poder comer de nuevo en casa de mi madre junto con todos los míos, además de limpiar el coche de la empresa que estaba de suciedad hasta arriba. No doy para más.


Tutto andrà bene!!
#hazteildefonser