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Día 658 – La casa de las manzanas

Entre la mañana y la tarde hemos completado el cupo definitivo de los integrantes de esta casa rural. Y es toda una alegría poder contar con todos los que finalmente han podido salvar la enfermedad y las obligaciones laborales o estudiantiles para poder juntarnos estos días, grandes, medianos y pequeños.

Una de las cosas que nos está sorprendiendo es que gracias al sol y al buen tiempo que estamos teniendo, está siendo posible hacer una terraza improvisada, bien para desayunar, bien para almorzar o tomar un vermut con tapeo incluido. Por mi parte, me he levantado sin despertador a las mil, me he ido a la terraza en pijama y ahí me he quedado hasta el almuerzo, todo en un pienso. Con un par.

Aprovechando el sol, quiero hacer un pequeño homenaje a la casa que nos acoge, Sagardikoetxea, que en una traducción libre puede ser «la casa de las manzanas», en honor a los manzanos que la rodean. Un pequeño refugio en pleno Valle de Imotz, que como todos los valles norteños brillan con el sol del mediodía.

Último «café en la calle» de este año, para cerrar una de las pequeñas secciones de este blog. Qué mejor sitio que en la fachada principal de la casa rural, con la vista al monte.

Y aquí estamos porque hemos venido; 31 de diciembre de 2021. A punto de despedir un año y dar la bienvenida a otro nuevo, en la casa rural de siempre, en una Nochevieja como eran siempre; con la familia, con algunos que faltan, con otros que están, aunque sea en la lejanía y con algunos nuevos que llegan. Por un momento parece como la canción de Julio Iglesias «La vida sigue igual«. Pero es que han pasado tantas cosas… Solo queda preparar mis doce gajos de mandarina (lo que funciona no se toca, así que se acabaron las uvas para mí), esperar a la Pedroche y saludar al nuevo año en la mejor compañía.

¡Feliz año nuevo!


Tutto andrà bene!!
#hazteildefonser

Día 560 – De dulces, piedras y viajes

Hoy ha tocado regresar a casa desde Cáceres. De este viaje me quedaba pendiente escribir dos cosas. Una, el desayuno buffet del hotel, que ya casi se parecía a los desayunos anteriores a la pandemia (los platos calientes como huevos revueltos no estaban disponibles para servirse uno mismo, sino que había que pedirlos a cocina y te los hacían en el momento). Lo que sí había era un buffet de dulces muy bien surtido y muy bien presentado que apetecía comerlo entero. A lo largo de este día ha caído la tarta de manzana y la de Santiago.

Otra curiosidad ha sido el parking donde hemos tenido que dejar el coche, ya que el parking del hotel estaba completo. Un parking made in USA, un edificio de cuatro alturas con la típica rampa en espiral que hemos visto en cientos y cientos de películas.

Las previsiones no han vuelto a fallar; las lluvias y las tormentas se han ido y ha vuelto el sol, y con él otro día luminoso. Hemos podido completar el trabajo en la última mañana, yendo a la planta solar justo antes de salir de regreso a Pamplona. Con el conocimiento de cómo es la planta fotovoltaica, se ha podido pasear entre sus límites, viendo un poco más en detalle sus características. Me ha llamado la atención la existencia de unas enormes afloraciones de piedras redondeadas que están por todo el lugar. Según me han comentado, estamos en un paraje de interés natural y arqueológico conocido como Los Barruecos.

Solo hemos podido medir prácticamente hasta el mediodía, ya que se nos iba a hacer muy tarde la llegada a Pamplona. De hecho, la comida (si se puede calificar como tal) ha sido de lo más escueta posible: un sándwich en la cafetería de una gasolinera a la salida de Valladolid. No hemos tardado ni quince minutos en comer, contando con el tiempo de repostaje. Un viaje con un momento de tensión, ya que se ha abierto el cielo un poco antes de llegar a Vitoria y ha caído una tromba de agua de las que no te deja ver más de veinte metros en frente tuya. Hemos ido por la autopista a 60 km/h durante un rato, e incluso ha habido conductores que han preferido pararse en una gasolinera a que pasara la tormenta.

Llegada a Pamplona sanos y salvos. Solo queda desearle suerte a mi compañero Aritz, batería del grupo Chica Sobresalto que tiene mañana actuación en Alicante. En dos días va a hacer unos 1500 kilómetros de carretera. Eso es afición. Como se suele decir en el mundillo del show business, ¡mucha mierda!

Tutto andrà bene!!
#hazteildefonser

Día 552 – A quien madruga…

Como anticipo al viaje de la semana que viene, hoy tocaba volver a Sesma para seguir trabajando en un proyecto donde se requiere estar comprobando la fabricación de equipos. Eso ha supuesto poner el despertador a horas que no estoy acostumbrado. Tanto es así que el desayuno ha tenido que ser en la cafetería porque no tenía ni fuerzas ni ojos abiertos para prepararlo en casa.

No es necesario entrar en profundidad en el desarrollo del trabajo que he tenido que hacer, si quiero mantener algún interés en que se lea este diario. Tan solo diré que es interesante ver en la realidad de una fábrica lo que siempre estudias en un papel. Y al menos cambias de aires por un día, que nunca viene mal, incluido el comer en restaurantes distintos.

De esta forma he pasado una nueva jornada a caballo entre Tierra Estella y La Ribera de Navarra. El paisaje ha dado la oportunidad de sacar buenas fotografías de esta tierra.

Una pequeña broma interna para los jimenatos y conocidos de Jimena: esto me he encontrado en la fábrica que he visitado y no he podido evitar sacar una fotografía. Seguro que vosotros lo entendéis…

De vuelta a casa, me ha sorprendido la actividad del parque infantil que hay al lado de mi casa, tanto de padres como de hijos. Parece que todo el mundo quiere apurar los últimos días de verano sea como sea.

Y hoy en la cama a una hora muy prudencial para mí, muertito de sueño, porque quien madruga… duerme menos.

Tutto andrà bene!!
#hazteildefonser

Día 541 – De parecidos razonables, catedrales y pantanos

Día de regreso a Pamplona después de completar una nueva y ¿última? escapada veraniega, la única forma de vacaciones que ha sido posible hacer este año. Antes de nada, debo tener el detalle de reconocer la cafetería que ha sido la «sede temporal» de los cafés en Jaca, la Cafetería La Chimenea. Aparte del buen trato y de los buenos desayunos, el ser una cafetería, panadería, quiosco, tienda de chucherías y restaurante para dar almuerzos todo en uno es una cosa que me ha encantado siempre.

Paseo por Jaca para despedirnos de la localidad (que hasta ahora casi no lo habíamos visto). Aquí me ha sorprendido la cantidad de parecidos razonables que tiene Jaca con Pamplona, algunos muy evidentes y otros más sutiles, tanto en calles, rincones y otros detalles menores. Dejo aquí esas fotografías de Jaca que los ildefonsers PTV van a asociar inmediatamente con lugares de la Vieja Iruña.

Paso obligado ha sido la visita a la Catedral de Jaca, una visita al románico y al Camino de Santiago aragonés.

Para despedir a Jaca, qué mejor forma que a mesa y mantel puesto en el mismo lugar que nos dio la bienvenida, en el Parque de San Lure con un vermut y algo para picar. Una delicia tanto el parque como la comida.

En el regreso a Pamplona, hemos visto una de las imágenes que de tanto en tanto se pueden ver; las ruinas del viejo pueblo de Tiermas inundado por el pantano de Yesa y sus aguas termales. Me ha pillado un poco de sorpresa que aquello fuera un atractivo turístico de tal magnitud, las termas estaban completas.

Verdaderamente, lo sorprendente para mí ha sido el nivel de agua del pantano, tanto que hemos podido andar literalmente por lo que es su fondo. Y no precisamente cerca de su orilla. Con la ayuda de Google Maps he puesto la localización aproximada del lugar por donde hemos podido pasear en el pantano, fijándome en los terraplenes de las orillas.

Y para terminar el día, que mejor que recibir fotografías de un nuevo atardecer, esta vez desde cerca de la Valdorba y otra vez de Idoia Valencia, que va camino de ganar por goleada el concurso de atardeceres de este año.

Tutto andrà bene!!
#hazteildefonser

Día 510 – A deshoras

Hay entradas en este diario (pocas) que no se si pertenecen más a un día que a otro, ya que, aunque estés «oficialmente» en el día en cuestión, estás despierto desde el día de antes. Y acabas como acabas.

Hoy ha tocado uno de esos días que en la medianoche estás en plena actividad y en pleno jaleo, y no tiene nada que ver con temas festivos y verbeneros. El trabajo que empezamos ayer a última hora de la tarde (el cual había que desarrollarlo en oscuridad) se ha completado a las tres de la madrugada. Pese a que hay muchas cosas que mejorar, ¡ha sido un éxito!

El problema de acabar a las tres de la madrugada es que todavía tienes que recoger todo y conducir hasta el hotel, lo que hace que llegues una hora más tarde a la cama. Habitualmente en éste tipo de trabajo me suelo duchar sea cual sea la hora para hacer una especie de «vuelta a la calma» como se hacen en los entrenamientos y poder dormir bien. Hoy no he tenido ni fuerzas para hacer eso y he caído en la cama.

Cuando vas a la cama tan cansado terminas por no descansar bien, que es lo que me ha pasado. Sin embargo, el desayuno ha compensado la falta de sueño. Y luego el tener una ducha acristalada en medio de la habitación me ha permitido ducharme y ver la retransmisión de los Juegos Olímpicos en la televisión a la vez. Pequeñas ventajas.

La vuelta a Pamplona, rápida y sin novedades. El resto del día, más dormido que despierto. Lo único interesante ha sido visitar el pueblo de Ardanaz en busca de un atardecer espectacular, que no ha podido ser. Otra vez será.


Tutto andrà bene!!
#hazteildefonser

Día 501 – De desayunos, paseos y skateboarding

Entro en la última semana de una de mis vacaciones de verano más raras que he tenido, con días de trabajo, viajes más o menos improvisados y a la espera de volver a ser tío en cualquier momento.

Además de todo esto, parece que el verano está jugando al escondite. Ha habido muy pocos días de piscina o de playa, aunque por el contrario sí que ha habido muchos días de paseos y bicicleta. Sol, pero no con mucho calor (con contadas excepciones).

Rutina veraniega. Desayuno en la cafetería y a verlas venir a lo largo del día, entre los juegos olímpicos, los planes de bici y las cosas del día a día de la casa (que siempre están en ultimísima posición, y más en vacaciones). Hoy el café y el desayuno con la compañía de Iosune y Unai.

Tarde de paseo bicicletero para no perder la costumbre, llegando hasta el Parque del Mundo y viendo uno de los más bonitos parques de la ciudad y creo que menos conocidos.

Y ya volviendo a Sarriguren me he parado cerca del lago de Ripagaina en la pista de skate, viendo el espectáculo que ofrecían algunos chavales al patinar en monopatín, en bicicleta, en patinete y en patines, haciendo trucos. Hace unos pocos días vi la competición de skate de los Juegos Olímpicos de Tokio y he pensado la velocidad con la que evoluciona todo. Si hace unos treinta años el skateboarding era de lo más underground (por no llamarlo macarra y barriobajero), ahora pertenece a la gloria olímpica y a los más altos valores deportivos que encarna el olimpismo. Muy curioso todo, sin dejar de reconocer el mérito que tiene hacer todo eso.

Hablando de los Juegos Olímpicos, una de las frikadas más grandes que he visto últimamente: el robot tirador de baloncesto. Matrix está cada vez más cerca…


Tutto andrà bene!!
#hazteildefonser

Día 454 – El principio del fin

Hace más de un año escribí en este diario una entrada que titulé inocentemente «¿El principio del fin?» En esa entrada, fechada el 30 de abril del 2020, hablaba de cómo se veía el posible final del confinamiento y en cierta manera de la pandemia cuando se planteaba las primeras medidas de desescalada de la primera ola de la Covid-19. Ni sabíamos lo que estábamos viviendo, ni nos imaginábamos lo que faltaba por venir. ¡Qué lejos queda todo eso!

Sin embargo, hoy me he atrevido a repetir este título en modo afirmativo, hoy que he participado en algo impensable hace unos cuantos meses, en un programa de vacunación masivo y universal para toda una población. Algo que solo estaba en nuestra imaginación y en argumentos de películas distópicas y aterradoras. Sin embargo, es el único argumento que tenemos válido para superar una pandemia que ya nos ha costado muchos sacrificios. Éste es el auténtico final del túnel, y como casi todos los túneles, solo hay una única salida en el otro extremo.

La citación para la vacuna era a las 09:20 horas, así que he tenido una excusa conmigo mismo para tomarme otro desayuno a mesa puesta en la cafetería de siempre. Esta vez con algo dulce, que las cuestiones de agujas y vacunas nunca las he llevado bien. Llamadme cobarde, pero es lo que hay.

El lugar de la vacunación ha sido el polideportivo de la Universidad Pública de Navarra (UPNa). Desde el primer momento se nota que todo el proceso ha cogido una velocidad de crucero espectacular, tanto en el proceso de admisión, toma de datos, administración de la vacuna y periodo de espera. Una de las cosas que me han llamado la atención es que una vez que he accedido a la zona específica de vacunación (tras unos biombos), la vacuna estaba preparada en su jeringuilla de forma previa y oculta para solo verla en el momento de su aplicación. Confieso que ni siquiera he visto la jeringuilla, he girado la cabeza y he notado el leve pinchazo. Y ya está.

Tras la vacuna, ha habido que esperar entre quince y veinte minutos para asegurarse que no se producen reacciones graves a la vacuna, y si se diera el caso para que se atienda inmediatamente. Para ello se ha habilitado toda la pista del polideportivo en la cual se han colocado una serie de filas de sillas donde nos íbamos sentando los vacunados en la misma hora aproximada. Cuando ha pasado el tiempo, nos han permitido levantarnos y marcharnos. Como me ha dicho Ana Carmen, la imagen de examen de oposición me ha venido a la cabeza al verme entre tanta gente de esa manera. También me ha hecho pensar en las veces que he estado corriendo en esa pista, para que ahora esté así.

Y la verdad poco más que contar. Media hora escasa en todo el proceso. Sin reacciones, sin malestar, sin microchip dentro de mi cuerpo (o eso creo). Solo he tenido un pequeño dolor en el brazo izquierdo que conforme ha ido pasando el día ha aumentado un poco, en especial al levantar el brazo más arriba de la horizontal, pero nada grave. No puedo decir otra cosa, salvo que de repente tengo ganas de actualizar Windows y cada vez que veo un iPhone echo espuma por la boca. ¿Tengo que llamar a Bill Gates o a Miguel Bosé? El 112 no me dice nada sobre esto…


Tutto andrà bene!!
#hazteildefonser

Día 451 – América

El camino hacia el verano sigue su curso. No tengo costumbre de bajar la persiana a tope para dormir, de hecho con oscuridad total me cuesta conciliar el sueño, así que siempre dejo abiertas unas rendijas de la persiana. Estos días hace que el sol me despierte antes que la propia alarma, así que una vez despiertos y con algo de tiempo, qué mejor forma de aprovecharlo que desayunar a mesa puesta.

No quiero tocar mucho los pies, pero si añadimos que en estos días tan estupendos entro en jornada reducida y trabajo solo a las mañanas, lo digo sin acritud de ningún tipo… 😉 Aunque estos días preveo que van a ser de trabajo intenso, porque siempre hay que cerrar cosas antes de las vacaciones de verano (lo que venía siendo terminar todo antes de sanfermines) y además están surgiendo nuevos trabajos. No importa, hay sol y eso siempre me activa. Y tarde espectacular de terraza.

Más ildefonsers que se unen a esta pequeña comunidad, esta vez de un país que va a hacer que complete un poco más mi pequeño puzzle de América. Una pequeña diversión pero también una gran ilusión el poder llegar a tanta gente con un blog tan modesto y tan personal. ¡Muchas gracias a todos!

Un pequeño recuerdo para Juan Cuadra y para el concurso de LacasitosChef que finalmente no pudieron ganar. A todos los que apoyasteis la tarta de Carolina, aquí os dejo un pequeño mensaje de ella y de su familia. Y aquí os dejo su dirección para que veáis lo campeones que pueden ser: Mi casa huele al paraíso.

No hemos podido ganar, pero estoy MUY AGRADECIDA a mi familia, amigos y amigos de amigos que nos han ayudado a conseguir 1346 votos. Se dice pronto pero son muchas personas que nos han ayudado y dedicado tiempo. ¡¡Muchas Gracias!!
Mi Casa Huele al Paraíso

Por último, una gran foto que ayer a la tarde, que entra directa en el concurso de atardeceres. Otra vez una de las habituales del café de Sarriguren, Idoia, ha ganado el día con esta gran foto.


Tutto andrà bene!!
#hazteildefonser

Día 407 – N-121

Sábado de partido grande para mi equipo, pero sobre todo sábado de desplazamiento largo para jugar en Ribaforada, un pueblo a más de 100 kilómetros al sur de Pamplona, en la Ribera de Navarra (hay pueblos fuera de Navarra que están más cerca), lo que ha obligado a levantarse igual que un día de entre semana. La diferencia ha estado en el desayuno, con café con leche y garrote de chocolate en la mesa del exterior de la cafetería, porque la terraza ni siquiera estaba puesta todavía.

No ha habido problema en llegar al pueblo, pero sí que ha habido metedura de pata al guiarme por los carteles indicadores que me han llevado al pabellón municipal. El problema es que no jugábamos allí, sino en el frontón municipal. Menos mal que he llegado con tiempo y ha sido fácil encontrarlo.

Me ha tocado vivir como entrenador uno de los partidos con más tensión dentro de mi propio equipo. Aunque podía estar justificado al estar en juego la clasificación para la siguiente fase, ha habido momentos de muchas de mis jugadoras que han roto a llorar por la pura tensión del partido y como mecanismo de alivio. Un partido duro, de mucho contacto y muy, muy intenso. Igualado en todo momento, menos en el tercer cuarto que hemos podido coger una ventaja de diez puntos y no la hemos soltado (37-49). Un alivio para mis jugadoras y para los padres acompañantes del equipo que han podido aplaudirlas y animarlas como nunca, incluso más que en nuestra propia casa en donde no pueden entrar todos los padres que quieran. El ayuntamiento que gestiona nuestro pabellón restringe la asistencia solo a doce personas, incluyendo a los dos equipos.

Tanto la ida como la vuelta la he hecho solo en mi coche para evitar un viaje con personas de otros núcleos familiares y así tener una medida más de prevención, pese a que con la mascarilla debería ser suficiente. Eso me ha dado oportunidad de hacer los dos viajes por la vieja carretera nacional N-121. No he podido evitar los recuerdos de cuando de pequeño viajaba por ahí camino de la huerta de mi tío, o camino de Andalucía en el autobús de línea o en cualquier excursión que se organizaba. La autopista era un sueño de ricos y finolis que el resto del mundo ni siquiera consideraba. Además, en la carretera estaban las gasolineras, los restaurantes y los bares de siempre, donde se quedaba para hacer transbordos, reunirse con la gente y quedar a tomar algo antes de proseguir el viaje. Casi todos esos lugares han quedado desiertos, cerrados o abandonados. Hoy me he dado una vuelta por aquellos sitios donde era tan habitual pasar y estar un rato.

Aprovechando el viaje de vuelta completamente relajado, me he parado en el parque eólico de Valtierra, junto a la N-121. Maravillas de la ingeniería ver de cerca los aerogeneradores.

Al final he llegado un poco tarde, pero he podido comer a una hora más prudente que ayer, por lo que ha caído la correspondiente siesta. Después me han invitado cortésmente a tomar café en un patio interior de una de las comunidades de vecinos de Sarriguren. Café de termo y algo dulce para picar. Y un montón de chiquillos (los hijos de mis amigos) revoloteando en un césped con un balón. No he podido más y me he unido al partido en juego (hasta remangándome los pantalones del chándal y convertirlo en una pantaloneta), para después unirse el resto de los mayores y padres de la chiquillería. Hodei (que creo que sigo siendo su mejor amigo de mayor, aunque últimamente la relación se ha enfriado) ha soltado otra de esas frases gloriosas que puede decir un chiquillo: ¡Hoy ha sido el día más divertido de mi vida! ¡¡¡Por favor!!! Está claro que cuando a los chavales les dedicas un poco de tu tiempo, ellos te lo devuelven en cariño multiplicado por diez.

Nota curiosa que hemos visto al volver a casa: en Sarriguren sigue siendo Navidad… al menos en tres casas que hemos visto en donde la decoración navideña no ha dejado de estar presente. Ningún problema, que sea así.


Tutto andrà bene!!
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Día 392 – La cuarta ola

No sé si se puede hablar de término «oficial», pero oficialmente ya está aquí la cuarta ola de la pandemia por la Covid-19.

Resulta increíble que suceda todo esto por cuarta vez. A lo mejor es inevitable que suceda esto, o no, no lo sé. Tampoco quiero marear con este tema, ya son demasiadas veces pasando por lo mismo y ya estoy muy cansado y aburrido. Pero si sucede otra vez y seguimos haciendo las mismas cosas, ¿Cuándo nos llegará la quinta ola? ¿Y la sexta? ¿Y la séptima? Reflexionemos un poco sobre ello, por lo menos quien tenga que tomar decisiones.

Todo lo bueno de ayer se ha esfumado en un tiempo desapacible y con el sol al escondite. Menos mal que en el trabajo he recibido ayuda y he podido completar mis tareas para esta semana entregando lo que tenía comprometido. El paisaje de frío y de viento se hacía notar hasta en la salida del trabajo al mediodía. Día desapacible, la verdad, aunque nunca sabes qué te pueden traer estas jornadas.

Como todos los días, salgo de casa con nada en el estómago y es en el mismo trabajo donde como un plátano y un café con leche. Todo sea por dormir un poco más. Lo que pasa es que hoy me han dado mucha envidia las malas personas que comen empanadas y beben cafés con leche bien tirados y se lo pasan por el morro. Ha sido llegar a casa a la tarde, calentarme un tupper y enterrarme debajo de una manta. Casi toda la tarde he estado tumbado y bien a gusto, sin hacer caso al mundo.

El día se ha completado con el entrenamiento en Ansoáin. Primer partido que tengo al equipo completo, trece jugadoras, con lo que he tenido la primera decisión difícil, hacer convocatoria y dejar a una jugadora fuera del partido. Mañana volvemos a la competición tras el parón de Semana Santa, y ojalá que sigamos jugando. Ya no veo nada claro.


Tutto andrà bene!!
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